MIRCo

Cuaderno de viaje al Impenetrable I

21 de noviembre de 2024

Primera Entrega

Este cuaderno de viaje se organiza en dos entregas, de las que ahora se publica la primera. Tanto el viaje como la publicación son parte de la investigación-acción que desarrollamos en el proyecto europeo ReDes_Ling, Resistir la Desigualdad Lingüística (Staff Exchanges ref. 1011131469). En esa investigación nos proponemos entender la desigualdad lingüística para revertirla, teniendo en cuenta que:
– Relación asimétrica entre grupos lingüísticos que se traduce en diferencias sociales, desventajas económicas, acceso desigual a los derechos, falta de bienestar material y emocional, o incapacidad para desarrollar el propio potencial (Bonnin 2013).
– La discriminación lingüística es tan generalizada como otras formas de discriminación basadas en la raza, etnia, sexualidad o género (Baugh 2003; Lippi-Green 1997; Urciuoli 1996).
– Cerrar la brecha entre la investigación académica y la percepción de la sociedad sobre el lenguaje, con intercambios entre equipos interdisciplinares de académicos y organizaciones.

Luisa Martín Rojo

Gracias a Virginia, Lara y Lucía, por haber compartido conmigo este viaje

La ruta

Llegamos a Sauzalito al caer la tarde, después de haber atravesado El Impenetrable. Viajábamos tres compañeras del Centro de Estudios del Lenguaje en Sociedad (CELES) de la UNSAM—Virginia Unamuno, Lara Messina y Lucía Romero—y yo, de la UAM. El objetivo del viaje era conocer a los profesores bilingües que integran la organización Wichi Lhomet (la huella de la lengua wichí) y presentarles el proyecto europeo ReDes_Ling, Resistir la Desigualdad Lingüística (Staff Exchanges ref. 1011131469), así como explicar la razón por la cual se requería su presencia en Madrid. Aunque el proyecto venía avalado por Virginia Unamuno, quien lleva 15 años haciendo etnografía colaborativa en las escuelas wichís, sabíamos que las expectativas podrían apuntar a que se tratara de otra investigación extractivista, donde se hablaría de ellos y no con ellos. Superar estas y otras asimetrías es, de hecho, un objetivo prioritario en el proyecto ReDes_Ling: entender mejor la desigualdad lingüística y contribuir a revertirla mediante la construcción de un equipo colaborativo que integre diversas epistemologías y contextos sociales, promoviendo relaciones horizontales y la coproducción de conocimiento.

Habíamos salido temprano y solo habíamos parado para comprar gasolina y alimentos en Miraflores, donde termina el asfalto y comienza la zona conocida como El Impenetrable. Este segundo pulmón del planeta está situado en el norte de Argentina, cerca de Paraguay y de Bolivia, territorio que siempre ha sido wichí—wichí significa «gente» o «pueblo»—, comunidad indígena que ha estado y está presente en estos tres países. Los hombres y mujeres wichís eran nómadas, y en El Impenetrable, territorio hostil, muy agreste y de difícil acceso, obtuvieron resguardo de la colonización hasta casi mediados del siglo XX.

Foto 1: La ruta

El camino era de tierra, y seguíamos la mejor ruta gracias a las recomendaciones de la sabiduría popular. “Había que ir hasta las hacheras, buscar la rueda amarilla”, recomendaciones orales y analógicas frente al apagón de Google Maps.

Foto 2: Mapa colaborativo elaborado por Juan Carlos Gómez para nuestro viaje

Nuestro coche económico avanzaba a duras penas, mordiendo el polvo frente a los 4×4 que otros viajeros usaban para enfrentar los caminos de arena, pozos y peligrosos bordes de plantas espinosas. Al principio de la ruta, aún se veían algunas casas aisladas con animales, y más tarde, rebaños de cabras, vacas, innumerables burros y cerdos salvajes. La vegetación era impenetrable, con algarrobos, palmeras, palo santo, árboles borrachos y espinos. Además de los escasos vehículos, nos cruzamos con camiones cargados de madera, expoliando el territorio para el cultivo de soja transgénica, el ganado, el turismo y el narcotráfico. El calor era intenso y en un momento, en el horizonte, nos pareció entrever un tramo asfaltado que creímos un espejismo. Pero resultó ser real. Solo duró unos kilómetros y desapareció tan abruptamente como había surgido, sin avisar. Volvimos a la arena, los pozos y el tracataca del camino. Algunas personas que se adentran en este territorio cuentan que, en algún punto de la ruta, más que enfrentarse a espejismos, se atraviesa un portal hacia otra realidad.

Renombrar para colonizar

A medida que avanzábamos me pareció que el nombre Impenetrable no solo describía el territorio, sino que, antes que a una invitación, sonaba a advertencia. Después de recorrer algunos kilómetros, llegamos a Misión Nueva Pompeya. Si esta población existió antes de adoptar su actual denominación, debió tener nombre en Wichí. El actual, de marcada influencia criolla, parece haber surgido de la nostalgia de otra cultura -la cultura por excelencia en el marco colonial- o, tal vez, de un espejismo que escondía ruinas clásicas entre la vegetación.

Al renombrar un pueblo, no solo penetra la lengua de los colonizadores, sino también sus instituciones, cargos y valores. De la mano del nombre, en Nueva Pompeya encontramos otros rastros del colonialismo: visitamos la misión franciscana, así como una escuela bilingüe perteneciente a la congregación marista. En la biblioteca de la misión, los libros de Lorca también habían atravesado el portal y estaban colocados junto a los de García Márquez. Seguro que a Lorca le hubiera gustado encontrarlos en este rincón del mundo. En Nueva Pompeya, también encontramos un edificio llamado Instituto de Colonización y varios murales denunciando el trabajo infantil. Entonces comprendí que en este punto también nosotras habíamos ya cruzado el portal.

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Foto 3: Instituciones que perviven

Foto 4: Un mural en Nueva Pompeya denuncia el trabajo infantil

Siguiendo la ruta, llegamos a una localidad con nombre propio: Wichí. Allí visitamos la única escuela secundaria bilingüe gestionada por la comunidad. La comunidad había logrado nombrar como director a un profesor wichí. En esa escuela, los estudiantes residían durante semanas y luego pasaban otra semana en sus comunidades para evitar el desarraigo. La escuela reflejaba el abandono de la administración y mostraba un claro deterioro. El mensaje que se transmitía parecía ser: si querían tener su escuela, tendrán que pagársela ellos mismos. Sin embargo, la educación secundaria bilingüe es fundamental para el éxito del proyecto político, cultural y lingüístico wichí.

Aunque la educación infantil y primaria en la lengua de la comunidad ayuda a preservar la lengua, la falta de continuidad en la secundaria conduce a un proyecto muy distinto. El uso de la lengua materna como herramienta para introducir y afianzar progresivamente la lengua colonial, hasta que esta termine desplazando a la primera, conduce únicamente a un bilingüismo de sustitución, en el que una lengua desplaza gradualmente a la otra. Este enfoque constituye, por tanto, un proyecto político, cultural y lingüístico opuesto al wichí, ya que, en lugar de fomentar la diversidad, termina reforzando los mecanismos de la colonialidad a través de sus instituciones, su lengua, sus normas y la desvalorización de las demás. Como contrapunto, la búsqueda de un bilingüismo pleno en toda la comunidad –y no solo en entre los wichí– permitiría preservar y legitimar sus formas de vida, instituciones y valores propios, lejos de consolidar estructuras y economías coloniales. En la lucha por la descolonización de la tierra, de la economía, del pensamiento, de los sujetos, y de las estructuras del poder,  la lengua desempeña un papel central.

Foto 5: Bienvenidos a la única escuela secundaria bilingüe de la región, de gestión comunitaria

Mientras hablábamos con el director y los estudiantes, llegó el intendente del municipio del Sauzalito (el alcalde, si se quiere), que colaboraba transportando a los chicos y chicas de vuelta a sus casas en estos periodos de licencia. El Sauzalito es el nombre del pueblo al que nos dirigíamos, pero también del municipio, al que pertenecen diversos parajes o localidades, diseminados por el territorio. Cuando finalmente llegamos a nuestro destino, ya era de noche. Vimos las primeras farolas recién inauguradas, iluminando la calle. En wichí, El Sauzalito se llama Sip’ohi. Los nombres se imponen y el espacio se ilumina con farolas.

Foto 5: Las primeras farolas de Sauzalito, recién instaladas, alumbran las calles

Aquella noche se celebraba la fiesta del estudiante, y aunque era tarde, nos dirigimos directamente al CIFMA, el Centro de Investigación y Formación para la Modalidad Aborigen, un logro de la lucha indígena donde se forman los maestros bilingües. Había un desfile de disfraces, y premiaban al mejor disfraz. Lo novedoso fue que la fiesta estaba organizada por dos escuelas normales: una de maestros criollos y otra de indígenas. Esta fue la primera vez que las dos comunidades se unieron para celebrar la fiesta. Allí, finalmente, conocimos a los profesores que viajarían a Madrid.

A la sombra del algarrobo

Bajo los algarrobos nos reunimos en los días siguientes con nuestros compañeros y compañeras del proyecto, que integra asociaciones y organizaciones civiles con instituciones universitarias. Se trata de aprender de ellos, de cómo han hecho frente históricamente a las injusticias lingüísticas que nos colocan en posiciones de desigualdad social. Bajo los algarrobos conocimos a los profesores de la organización Wichi Lhomet (la Huella de la lengua Wichí), un colectivo editorial formado por miembros de la comunidad. La organización publica materiales educativos en wichí y recursos para el aprendizaje.

Foto 6: El Algarrobo de la huerta solidaria de Awucha

Josefa Ballena, una voz wichí, es la líder del grupo: investigadora, cantautora y poeta. Le costó integrarse en la escuela secundaria monolingüe en español, pero ahora es maestra bilingüe, y las canciones que compone no son tradicionales, sino de denuncia sobre la pobreza, las dificultades para mantener el wichí, la asimilación cultural y las violaciones a las jóvenes. Escucha su música aquí.

Agustina Lorenzo (Awucha), maestra en el Jardín de infantes de los Lotes, las tierras donde viven las familias  wichís, también se reunió con nosotras. No viajará a Madrid, pero en su huerta crece un algarrobo bajo el que nacen sus cuentos, como el del hornero, un pájaro del monte chaqueño, trabajador incansable que triunfa al fin, después de que otros animales se ríen de su empeño en construir su casita. Lee El hornero aquí.

También viajará Marcelo Merino, DJ en la fiesta, profesor bilingüe  y secretario de un centro de educación primaria en la localidad  de Vizcacheral, que también cuenta con una biblioteca a la espera de fondos. El resto de los viajeros son también profesores, como Daniel Palacios, y músicos documentalistas, como Cornelio Calermo.

Bajo otro algarrobo, también nos reunimos con Camilo Ballena, educador wichí y docente en los niveles inicial, primario y terciario. Primer profesor universitario de la lengua wichi. Investigador sobre su lengua, formalizó la escritura para que hoy existan publicaciones de materiales didácticos destinados a hacer posible su enseñanza-aprendizaje. Es compañero investigador de Virginia Unamuno, con quien transformó la manera de trabajar de la sociolingüística, en colaboración (colabor)  con los investigadores indígenas y uniendo sus conocimientos y posiciones al servicio de un proyecto de transformación de la comunidad.

Próximamente se publicará una segunda entrega de este cuaderno